viernes, 26 de julio de 2019

Visitante Nocturno. Parte 2

3. La llegada de las Aves


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"Sombras en la oscuridad..."



Aproximadamente había pasado ya un mes, desde la llegada de aquella "ave" o "aves", porque en realidad era difícil saber si era una, o varias, la población inmediatamente las identifico como brujas, debido a que por las noches se podía oír sus silbidos fuertemente, (era raro, en décadas pasadas se contaban las historias que habían brujas, pero estas eran más reservadas, en el sentido de que nunca hicieron tanto escándalo, nunca fueron tan "exhibicionistas"), se podían escuchar a lo largo y ancho de todo el pueblo, que no era muy grande realmente, como se mencionó anteriormente.

La gente hablaba de ello en cada lugar en el que solían juntarse por las tardes a socializar, después de su jornada de trabajo, era común llegar a alguno de los tres puntos más concurridos de aquella comunidad, la cabina telefónica del pueblo, la tienda de abarrotes de doña Martina y la tienda comunitaria, frente a la plaza principal y junto a la iglesia de la comunidad, era allí donde más concurrencia había...

... Y fue precisamente ahí donde la bruja hizo su primer aparición.


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"El Ave Nocturna"

Fue justo después de las 9 de la noche, el sol se había ido tan solo una hora antes, o tal vez menos, mientras un grupo de personas platicaban frente al comercio principal, un estridente silbido se escuchó al oriente de donde se encontraban, un segundo y sonoro silbido pudo escucharse justo detrás de ellos al poniente, las personas no hacían mas que voltear a ver en la dirección de donde provenían aquellos extraños sonidos, ya eran conscientes que no era una persona o varias personas emitiendo aquellos sonidos, era imposible que alguien pudiese hacer semejante agudo ruido, tan ensordecedor, sabían que las brujas habían vuelto.

Hacia alrededor de una década se había presentado un fenómeno parecido, en el que una supuesta bruja habría ido a ese pueblo, e hizo algunas apariciones por las madrugadas, mucho ganado murió, particularmente el del rancho de don Artemio, el comisario del pueblo, y aunque él lo negaba, la gente atribuía esa pérdida de ganado a la siniestra presencia de aquella bruja.

Al pasar de los días y las noches en especial, la gente fue acostumbrándose a los silbidos nocturnos, a los constantes aleteos perceptibles encima de los árboles, capases de escucharse desde lejos. Algunos pobladores incluso le contestaban los silbidos, algunos se sorprendían cuando la bruja les respondía con un silbido de "mentada de madre", como se le conoce a un usual insulto en las zonas de México; el famoso “fi, fi, fi, fii, fiuu” cantado, una injuria dirigida a alguien con insultos a su madre.

Algunos lo tomaban a broma, y uno que otro se enfadaba y lanzaba de gritos igualmente insultantes hacia la bruja, y los demás soltaban carcajadas debido a que les hacía gracia el enojo de el que se ponía a tu por tu con aquel ente. - ¡Te va a chupar la bruja! - decían en tono de burla a aquel al que aquella ave insultaba.

Lo que era realmente incomodo durante las noches enteras, eran los incesantes ladridos de los perros de la comunidad, incluso algunos aullaban, en aquellas casas se acostumbraba a tener varios perros por familia, llegando a tener hasta siete u ocho de ellos en dos o tres casos, que mas que mascotas eran los "perros pastores" usados principalmente en el manejo de rebaños de ovejas o en el cuidado de las propiedades; durante todas las noches a partir de la llegada de esos seres llamados brujas, comenzó esta irritación colectiva entre los animales de la población, y todo mundo sabía el motivo de ello. Su descontento con las brujas, y sobre todo… su miedo.

Se hablaba, sobre todo, de avistamientos de aves negras y de gran tamaño, silbidos estridentes y muy agudos, risas femeninas y susurros en los árboles, todo esto siempre al caer la noche.



4. La visita de Lucy


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"No camines solo durante la noche, no solo tu sombra se proyectara"




No fue hasta la tercera semana que la gente comenzó a tomar las cosas más en serio, cuando una de las jóvenes de la comunidad fue encontrada inconsciente en una calle a las orillas del pueblo con moretones en la cara y en el cuello, cuenta una de sus familiares que, al escuchar los gritos de auxilio, todos salieron a socorrerla, y la encontraron tumbada sobre el suelo de aquel oscuro camino. Mas tarde cuando estuvo consiente la joven, sumamente asustada y sollozando, aseguraba no poder pasar por un vado en el camino, (una acequia que atravesaba la calle para dirigir el agua pluvial hacia las parcelas de siembra), porque una "sombra" le corto el paso y la atacó.

- Desde que salí de casa de mi tía María sentía un miedo intenso, - les comentaba Lucia con una evidente aflicción; que debido a la charla con sus primas se le había hecho de noche mientras las visitaba.-, ya había escuchado las pláticas sobre la bruja, -¡Ay no!- se lamentaba.- a mi esas cosas me dan mucho miedo; pero Elena incluso se ofreció a mirar desde frente de su casa mientras yo llegaba a la mía, así que… me anime un poco.

La casa de la joven se encontraba sobre la misma calle que la casa de su tía, solo que al final de la cuadra, a tan solo tres casas; cabe destacar que los predios rurales suelen ser de varias hectáreas de tierra, por lo que, desde la casa de su tía desde la esquina sur, a la de sus padres en la esquina norte de la cuadra, fácilmente habrían de intermedio doscientos metros.

Su Prima Elena se postro bajo un farol justo en la entrada de su casa con brazos cruzados mientras veía como se encaminaba Lucia con rumbo hacia su casa, mientras la animaba.

- ¡Anda Lucy!, yo desde aquí te veo, no pasa nada, solo esta oscuro, nada te va a pasar.

- Pero no te metas hasta que veas que ya haya llegado, ¿sí?

- Aquí estaré, te lo aseguro, ¡Buenas noches Lucy!

- Buenas noches Elena

La chica se dirigió rápidamente hacia su casa, por el centro de la calle, en el trayecto solamente había tres farolas sobre los postes de electricidad, la primera ya la había pasado, era donde su prima se quedó a mirarla, la segunda estaba situada cien metros más adelante a la mitad del camino, y la tercera se encontraba en la esquina, justo frente a su casa; así que su visibilidad era muy reducida, solo la ayudaba la menguada luz que se escapaba de las ventanas de las casas por las que pasaba. aproximadamente a los cincuenta metros comenzó a sentir que su piel se erizaba, y entonces escucho un agudo, largo, y profundo silbido a la derecha de donde se encontraba, giro con su mirada hacia atrás, y miro a su prima aun de pie bajo aquel farol.

- ¡Sigue! - La escucho gritar. – ¡Date prisa Lucy! ¡No pasa nada! - Exclamaba.

Apenas fue consiente de los ladridos que se escuchaban a lo largo de toda la cuadra desde hacía un momento, casi al unísono. Siguió caminando rápidamente, y mientras lo hacía dirigió la mirada al frente, hacia el siguiente farol a mitad del camino, sentía calor debido a la agitación, un nuevo silbido la hizo voltear hacia arriba, le pareció ver una sombra surcando el cielo.

- ¡Solo un poco más! – se animaba a sí misma.

Cualquier haz de luz era mejor que la oscuridad, y la hacía sentir más segura, ya casi llegaba. Otro silbido la desconcentró y miro hacia el oscuro cielo otra vez, esta vez no vio ninguna sombra, en cambio una fría ráfaga de viento cayo su cara, como si de un abanico se tratara, después una segunda y una tercera más intensas, acompañadas de claros sonidos de aleteos golpeando el viento, algo estaba encima suyo, a tan solo unos metros podía percibirlo, el terror la invadió y entonces Lucy apretó el paso aún más, casi corría, tuvo suerte de no tropezar y caer al suelo, sentía un gran miedo, y paso de sentir calor a sentir frío en su piel, se le escapo un instintivo grito característico de una chica de su edad y se soltó a correr.

Paso rápidamente bajo la luz de la vieja lampara que colgaba del poste de madera, y pudo ver que la luz proyectaba su sombra… pero nada más. Volteo una vez mas mientras corría; no tanto para ver si su prima aún estaba vigilándola, era para asegurarse de que nadie (o nada) la seguía.

Desde donde se encontraba Elena le hacía señas de que se apurara, que siguiera su camino. Le gritaba algo, pero Lucy no la alcanzaba a oír, tal vez por el inmenso miedo que la inundaba, porque en realidad no estaba tan lejos, y ahí en ese pueblo, aun de noche, los sonidos viajaban más rápido y a mayor distancia. Solo siguió corriendo.

Nuevamente fijo su mirada en su objetivo, el farol frente a su casa, ya solo faltaba cruzar el pequeño vado y estaría a solo algunos metros de aquel farol de luz tenue, eso la reconfortaba.

Bajo un poco la intensidad de su carrera, no quería tropezar por error al pisar en el desnivel del suelo de aquel vado, su visibilidad era muy poca y sería imprudente atravesarlo corriendo, y a uno o dos metros de llegar a dicho cruce, se detuvo en seco, y miro fijamente al frente con sus ojos ampliamente abiertos por el asombro. Los perros seguían ladrando frenéticamente, no se escuchaba ningún otro sonido que el de los perros asustados.

Una figura negra estaba justo en el vado, frente a ella, su silueta se distinguía gracias a la poca luz que producía el farol de la calle que estaba metros más adelante, pero mirar aquella figura a contraluz le impedía saber de quien se trataba, por un segundo llego a pensar que era su padre que venía a buscarla, a punto estaba de preguntarle si era él, cuando escucho un sonido gutural, y claramente las siguientes palabras:

- … ¿Llevas mucha prisa?... ¿Lucy?

El ente se aproximó hacia ella y Lucy pudo distinguir ese horripilante semblante de piel tan negra como la noche y entonces percibió su insoportable hedor.

Fue entonces que su padre, su madre y una de sus hermanas escucharon los gritos afuera de su casa, en la calle, y ambas salieron a ver que sucedía.

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"no tengo miedo a la oscuridad, a lo que le temo es a lo que no puedo ver en ella"



A partir de ese día el terror invadió a los pobladores y aún más a los pequeños, incluso la gente encerraba a sus hijos desde antes del anochecer, las madres temían por los más pequeños e indefensos, los niños de pecho, ya que en aquellas comunidades todos conocían las leyendas de las brujas que se alimentaban de los bebes...

La tranquilidad de esa pequeña comunidad se había perdido, y más encuentros con estos seres comenzarían a producirse desde aquel día.




5. Al Despertar

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"vista del amanecer en el pueblo"


Demian se despertó muy tarde ese día, un gran dolor de cabeza lo incomodaba, sentía punzadas en la nuca y en las sienes, tardo al menos diez minutos en reunir fuerzas para levantarse de la cama.

- ¡Wow!, acaso recibí una golpiza anoche?

- ¡Demian!, ¿ya estas despierto hijo? – escucho que su madre le gritaba desde la cocina, podía oler el delicioso aroma de unos huevos revueltos, su desayuno preferido, pero al mismo tiempo su cabeza volvió a sentir fuertes punzadas en la cabeza y en las sienes, incluso en el cuello.

- ¡Si maa! – le respondió en voz alta también, intentando disimular su dolor.

- ¡Pues el almuerzo está listo! Por poco y seria tu comida, ya es tarde, apúrate para que vengas a desayunar.

- Está bien, voy en un momento.

Se dirigió hacia el baño, realmente necesitaba refrescar su cara para terminar de despertarse, y tal vez le ayudaría a disminuir su dolor de cabeza. Acerco su cabeza al recipiente del agua y con ambas manos recogió un poco, y la dirigió a su cara para después mirarse en el espejo que colgaba de la pared.

- ¡Pero qué demonios! – Se sorprendió tanto que su dolor se disipo al menos por unos instantes, o mas bien, se olvidó de él.

- ¡Esto no lo tenía anoche!

Un gran moretón se apreciaba en lado izquierdo de su cuello, y entonces lo recordó todo.


«... Entonces… no fue un sueño». – pensó mientras dirigía su mirada hacia sus propios ojos en el reflejo de aquel pequeño espejo.




Fin de la Segunda Parte.

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